LA MISIÓN
3 de enero, un día oscuro y lluvioso. Pero la lluvia no es limpia- pensó Adonis Creed- sino un líquido que cubre todo de un fango grisaceo, y pinta la ciudad de color gris como el cielo.
Esa mañana Adonis Creed se había despertado aturdido. Miles de pensamientos se agolpaban en su mente. Apenas había dormido durante la noche; una pesadilla frenética le había dejado la boca seca y un fuerte dolor de cabeza. Se levantó con el sueño todavía arañando su cara y se dirigió al baño. Contempló su rostro en el espejo, su tez pálida revelaba la falta de ejercicio al aire libre, junto con una angustia indescriptible. Abrió el grifo, que escupía un líquido viscoso, color óxido.
-Otra vez-dijo- si seguimos así….
Un estruendo interrumpió sus reflexiones. Adonis, aún medio dormido, bajo las escaleras y cuando le faltaban cinco escalones divisó una sombra que se dirigía a la cocina. Una risa siniestra resonó por toda la casa, tras unos segundos paralizado por el miedo reconoció esa particular carcajada y con una sonrisa en la cara se dirigió a paso rápido hacia el lugar.
-¿¡Pero que haces aquí Marcus, has visto qué hora es ?! - exclamó Adonis mientras observaba cómo su amigo recogía un jarrón que había tirado al suelo.
-Yo también me alegro de verte mi querido amigo-le contestó Marcus con un ápice de sarcasmo-Hay algo que tengo que contarte ...perdona la risa pero quería darte un pequeño susto, como en los viejos tiempos.
Los dos se dirigieron hacia el sofá y Marcus se dispuso a contarle lo que atormentaba: Uma, una antigua amiga de ambos chicos había enfermado a causa de la contaminación y cada vez empeoraba más y más.
En ese momento, unos golpes en la puerta alertaron a ambos chicos y Adonis fue a abrirla: dos chicas esperaban de brazos cruzados mirándolo fijamente, eran Gaia y su compañera de piso Laia, se saludaron con entusiasmo y preguntaron si Marcus estaba allí, querían informarles sobre el estado en el que se encontraba Uma.
-Fuimos a casa de Marcus y no estaba, pensamos que podría haber venido a tu casa-comentó Gaia.
-Sí, aquí está. Pasad, pasad.
Las chicas entraron y hablaron sobre lo que le estaba ocurriendo a Uma. Esta situación era ya insostenible, no podían esperar más tiempo. Tenían que empezar a actuar. Después de tomar algo Marcus y las chicas se marcharon a sus casa, tenían muchos proyectos en sus mentes. Habían hablado con gente importante para comentarle la intención que tenían de formar un equipo y colaborar para detener el deterioro medioambiental.
A los dos días todos recibieron una carta donde se especificaba el objeto de poder de cada uno y la carta decía:
<Saludos, soy el presidente de la Sociedad Secreta del Medio Ambiente y, por lo que me han informado, sois las personas indicadas para realizar la misión Centauro. Esta misión permanecerá en secreto, deberá salvar el planeta eliminando la contaminación. Por lo que tengo entendido cada uno deberéis llevar vuestro objeto de poder para poder ser más eficaces, Así que os espero el próximo martes. Un saludo: El presidente de la SSMA>
Al día siguiente Adonis los cito a todos en el comedor de su casa, quería saber si a todos les había llegado el mensaje del presidente. Sí, efectivamente, a todos les había llegado.
Esa mañana Adonis Creed se había despertado aturdido. Miles de pensamientos se agolpaban en su mente. Apenas había dormido durante la noche; una pesadilla frenética le había dejado la boca seca y un fuerte dolor de cabeza. Se levantó con el sueño todavía arañando su cara y se dirigió al baño. Contempló su rostro en el espejo, su tez pálida revelaba la falta de ejercicio al aire libre, junto con una angustia indescriptible. Abrió el grifo, que escupía un líquido viscoso, color óxido.
-Otra vez-dijo- si seguimos así….
Un estruendo interrumpió sus reflexiones. Adonis, aún medio dormido, bajo las escaleras y cuando le faltaban cinco escalones divisó una sombra que se dirigía a la cocina. Una risa siniestra resonó por toda la casa, tras unos segundos paralizado por el miedo reconoció esa particular carcajada y con una sonrisa en la cara se dirigió a paso rápido hacia el lugar.
-¿¡Pero que haces aquí Marcus, has visto qué hora es ?! - exclamó Adonis mientras observaba cómo su amigo recogía un jarrón que había tirado al suelo.
-Yo también me alegro de verte mi querido amigo-le contestó Marcus con un ápice de sarcasmo-Hay algo que tengo que contarte ...perdona la risa pero quería darte un pequeño susto, como en los viejos tiempos.
Los dos se dirigieron hacia el sofá y Marcus se dispuso a contarle lo que atormentaba: Uma, una antigua amiga de ambos chicos había enfermado a causa de la contaminación y cada vez empeoraba más y más.
En ese momento, unos golpes en la puerta alertaron a ambos chicos y Adonis fue a abrirla: dos chicas esperaban de brazos cruzados mirándolo fijamente, eran Gaia y su compañera de piso Laia, se saludaron con entusiasmo y preguntaron si Marcus estaba allí, querían informarles sobre el estado en el que se encontraba Uma.
-Fuimos a casa de Marcus y no estaba, pensamos que podría haber venido a tu casa-comentó Gaia.
-Sí, aquí está. Pasad, pasad.
Las chicas entraron y hablaron sobre lo que le estaba ocurriendo a Uma. Esta situación era ya insostenible, no podían esperar más tiempo. Tenían que empezar a actuar. Después de tomar algo Marcus y las chicas se marcharon a sus casa, tenían muchos proyectos en sus mentes. Habían hablado con gente importante para comentarle la intención que tenían de formar un equipo y colaborar para detener el deterioro medioambiental.
A los dos días todos recibieron una carta donde se especificaba el objeto de poder de cada uno y la carta decía:
<Saludos, soy el presidente de la Sociedad Secreta del Medio Ambiente y, por lo que me han informado, sois las personas indicadas para realizar la misión Centauro. Esta misión permanecerá en secreto, deberá salvar el planeta eliminando la contaminación. Por lo que tengo entendido cada uno deberéis llevar vuestro objeto de poder para poder ser más eficaces, Así que os espero el próximo martes. Un saludo: El presidente de la SSMA>
Al día siguiente Adonis los cito a todos en el comedor de su casa, quería saber si a todos les había llegado el mensaje del presidente. Sí, efectivamente, a todos les había llegado.